Los puntos básicos de nuestra doctrina son:
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La Biblia como palabra de Dios, revelada y preservada a través de los siglos por el Espíritu de Dios. Inspirada e infalible, tiene autoridad en sí.
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La existencia eterna de un solo Dios verdadero que se ha manifestado como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
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La obra del Salvador de todos los hombres, el Señor Jesucristo, concebido por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María, plenamente Dios y plenamente hombre.
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La creación, prueba y caída del hombre, tal y como lo relata el libro de Génesis, su depravación moral e incapacidad de obtener la justicia por sus propios medios.
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El perdón del pecado y el don de la vida eterna que se ofrecen libremente a todos a través del Señor Jesucristo. Esta obra de salvación se recibe solamente por la gracia, a través de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo.
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El bautismo en agua de los creyentes por inmersión, en el Nombre del Señor Jesús, como seña de la salvación y como testimonio de la pertenencia a la familia de la fe.
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El bautismo del Espíritu Santo como experiencia unida a la salvación. Esta plenitud capacita al creyente a vivir lleno del Espíritu y se evidencia tal y como ocurría en la Escrituras con los dones espirituales, en especial con el hablar en lenguas.
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Los dones y el fruto del Espíritu, tal y como se ven en el libro de los Hechos de los Apóstoles y las epístolas como base, porque el Señor edifica su obra en medio de su pueblo la Iglesia.
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La iglesia es la comunidad de los creyentes con Jesucristo como cabeza, y se manifiesta a nivel local y a nivel universal.
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La Santa Cena se celebra como recuerdo de la muerte del Señor, como un acto espiritual que imparte su presencia y fraternidad entre los hermanos, y apunta a su regreso.
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El Evangelio abarca todas las necesidades del hombre y por lo tanto la iglesia ha sido comisionada para predicar el Evangelio a todo el mundo, sirviendo a sus necesidades espirituales, materiales y físicas usando todos los recursos que tenga a su disposición.
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La oración por la sanidad de las personas sigue vigente hoy en día.
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La vida eterna como recompensa para el creyente y el castigo eterno como destino del incrédulo.
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El Señor Jesucristo volverá a la tierra a buscar a su iglesia